domingo, 4 de enero de 2009

PLenilunio en Capricornio - sábado 10 de enero 2009



El sábado 10 de enero del 2009, se entrará a la constelación de Capricornio. Se dice de Capricornio que es una de las fuerzas más difíciles de comprender porque es el más misterioso de los doce signos. Puede que ello sea porque el verdadero Capricornio puede actuar en cualquiera de los dos extremos de consciencia: el del materialismo más denso o el de la percepción iluminada del iniciado.

Capricornio ofrece una imagen bastante completa de la humanidad con sus pies en la Tierra y, sin embargo, corriendo libremente y subiendo a las cimas de la ambición mundana o de la aspiración espiritual en búsqueda de aquello que se percibe como principal necesidad. Como carnero, es el ser humano terrenal, el codicioso buscador de la satisfacción del deseo, o el aspirante, el buscador igualmente egoísta a la caza de la satisfacción de su aspiración.

La definición más apta es que el ser humano es "un animal más un Dios vivo en la forma física". La energía de Capricornio parece representar, en su estimulación, estos dos aspectos de la constitución humana. Todavía enfocado en la naturaleza material se encuentra un ambicioso animal, luchando por sus propios intereses egoístas, preparado para llegar tan lejos como sea necesario para satisfacer sus necesidades y deseos. Los aspirantes al discipulado que se encuentran bajo esta misma influencia están espoleados e inspirados en su ascensión, saliendo de las profundidades de la vida controlada por la forma hacia la luz y la gloria de la experiencia de la cima de la montaña o iniciación.

Por lo tanto, dependiendo de dónde se encuentre un individuo en el sendero de evolución, Capricornio estimulará todo cuánto sea material, o centrado en la forma, o todo cuánto sea espiritual. En Capricornio estamos ante el triunfo de la materia, que alcanza su expresión más concreta y densa; pero este triunfo es seguido por el del espíritu. En Capricornio se encuentra la plena expresión de la naturaleza terrenal, pero también se encuentran inmensas posibilidades espirituales.

Capricornio es un signo de conclusión puesto que representa las profundidades de la degradación de la cristalización y las cimas del logro espiritual: los dos polos de toda la experiencia humana. También es el signo de los nuevos comienzos, puesto que cada final es sólo la conclusión de una fase o ciclo, y cada logro es un paso hacia el crecimiento.

Capricornio inaugura un nuevo ciclo de esfuerzo. La situación actual del mundo indica que la humanidad se encuentra en ese estado de agitación previo a realizar un avance decisivo en el desarrollo de la autoconsciencia. El siguiente paso implica la expresión del sentido de la responsabilidad, que es la primera flor y fruto de la percepción autoconsciente, una primera indicación de que el alma está haciendo sentir su presencia. El conflicto actual se debe al enfrentamiento entre el crecimiento espiritual, en todos los niveles de percepción humana, y la resistencia de las fuerzas impenitentes de la personalidad y a la batalla que está librándose entre las fuerzas del materialismo atrincheradas en la forma humana y las fuerzas de la Luz trabajando a través de la Jerarquía espiritual de Luz y Amor. Esto es similar a la batalla final en el individuo entre la personalidad, el Morador en el Umbral, y el alma, el Angel de la Presencia.

Capricornio guarda el secreto del alma, el secreto de la gloria oculta, revelado al discípulo en el punto culminante de la tercera iniciación, la transfiguración de la personalidad por el alma en la cima de la montaña. Pero esta revelación sólo puede tener lugar como resultado del esfuerzo, de la capacidad de elevarse por encima de las limitaciones de la personalidad, de persistir en el camino de ascensión a pesar de los obstáculos y las dificultades. No existe un camino fácil para que los individuos se liberen de sus propias limitaciones del egoísmo y la separatividad; y no existen los atajos. Es un largo, doloroso proceso en el que aprendemos, eventualmente, mediante la experiencia personal, que la autodisciplina y el autocontrol y el autosacrificio forman las piedras fundamentales del discipulado.

Sobre estos cimientos puede eventualmente desarrollarse la superestructura de una forma de vida amorosa y responsable, que refleje los valores del alma. Este crecimiento de consciencia se convierte en el camino de iniciación, el camino hacia la cima de la montaña, hacia esa luz suprema que revela al alma como el verdadero Ser, al Plan como la responsabilidad del discipulado y a la Jerarquía espiritual del planeta como el centro de amor donde, a través de la iniciación, se admite al discípulo aceptado.

Capricornio es, por tanto, el signo destacado de la iniciación. Según los antiguos mitos y leyendas, todo dios-sol nace en este signo. (Un dios-sol es aquel cuya tarea es revelar algún aspecto del principio del alma: amor, luz y voluntad cósmicos.) La cumbre de la experiencia puramente humana, la tercera iniciación de Transfiguración, está regida por Capricornio. En ella el alma revela su belleza, verdad y bondad en la consciencia del discípulo, confirmando su logro y estableciendo el camino por delante. Martín Luther King habló de haber estado en la cima de la montaña y haber contemplado la "tierra prometida". Se refería a la promesa que el alma extiende a toda vida humana. La superación de las limitaciones personales y las barreras impuestas por las circunstancias sólo son posibles a la luz de un estado de consciencia más elevado e inclusivo.

Para todos los discípulos, el camino hasta la tercera iniciación, incluida, es el camino del servicio entre los "hijos de los hombres", todavía sufriendo en los planos y valles de la experiencia humana. Los iniciados dejan atrás la experiencia en la cima de la montaña, vuelven sus rostros hacia el campo de servicio y enfocan toda su atención y energías en satisfacer la necesidad del reino humano.

La nota clave del discípulo en Capricornio es elocuente respecto a toda esta experiencia: "Estoy perdido en la luz suprema y a esa luz doy la espalda". O, en palabras de la nota clave de nuestro trabajo de meditación de Luna Llena, el discípulo "gira sobre el pedestal de luz y se vuelve en dirección opuesta. Vuelve su rostro hacia la oscuridad y, entonces, los siete puntos de luz dentro de sí mismo transmiten la luz que irradia hacia el exterior y, he aquí que los rostros de los que hallan el sendero oscuro reciben esa luz. Para ellos ya el camino no está oscuro. Detrás de los guerreros, entre la luz y la oscuridad, resplandece la Luz de la Jerarquía.

No hay comentarios: