domingo, 11 de enero de 2009

Luna en la Constelación de Capricornio - El trabajo de Hércules con Cerebelo y Prometeo


El trabajo alquímico ejercido en la Luna en Constelación de Capricornio nos habla de la materialización de los aspectos más espirituales de nuestro ser y también de la relación o concordancia que debería haber entre nuestro ser espiritual y material, no solo en nuestra relación con el dinero o las posesiones, sino que también con todas las materializaciones intelectuales, emocionales y corporales (por ej. con nuestra alimentación, concretización de canones de belleza, entre otros).

Capricornio nos recuerda que nuestro trabajo espiritual no solo nos afecta a nosotros mismos, sino que también es un espejo para el desarrollo de otros, es por ello que el trabajo de Hércules se basa justamente en la salvación de otros, a través del manejo de mi propio yo.

Matando a Cerbero, guardián de Hades. El Mito

El mito nos cuenta que Hércules se presenta ante su Maestro, que le va encomendando los trabajos que ha de afrontar en cada fase o signo astrológico, y, si nos atenemos a la versión que de la leyenda nos da Alice Bailey del mito, el trabajo que ha de resolver en esta ocasión es matar o domeñar a Cerbero, guardián del Hades, para así liberar a Prometeo, desarrollándose así el encuentro con el Maestro:

"La luz de la vida debe ahora resplandecer dentro de un mundo de oscuridad” declaró el Gran Presidente. El Maestro comprendió.

“El hijo del hombre que es también el hijo de Dios debe pasar a través del décimo Portal", dijo. "En esta misma hora Hércules se arriesgará".

Cuando Hércules estuvo frente a frente con el que era su guía, éste habló:

"Mil peligros has desafiado, ¡Oh, Hércules!", dijo el Maestro, "y mucho se la logrado. La sabiduría y la fuerza son tuyas. ¿Harás uso de ellas para rescatar al que está en agonía, una víctima de enorme y persistente sufrimiento?”

El Maestro tocó suavemente la frente a Hércules. Ante el ojo interno de éste surgió una visión. Un hombre yacía postrado sobre una roca, y gemía como si su corazón se rompiera. Sus manos y piernas estaban encadenadas; las pesadas cadenas que le ataban, amarradas a anillos de hierro. Un buitre, feroz y temerario, permanecía picoteando el hígado de la postrada víctima; por consiguiente, un escurridizo chorro de sangre manaba de su costado. El hombre alzaba sus manos esposadas y gritaba pidiendo ayuda; pero sus palabras retumbaban vanamente en la desolación y eran tragadas por el viento. La visión desapareció. Hércules permanecía, como antes, al lado de su guía.

"El encadenado que has visto se llama Prometeo” dijo el Maestro. “Por años ha sufrido así y sin embargo no puede morir, pues es inmortal. Él robó el fuego del cielo; por esto ha sido castigado. El lugar de su morada es conocido como Infierno, el dominio de Hades. Se te pide, ¡Oh Hércules! ser el salvador de Prometeo. Baja a las profundidades y allí en los planos exteriores libéralo de su sufrimiento".

Habiendo oído y comprendido, el hijo del hombre que era también un hijo de Dios, se lanzó en esta búsqueda, y pasó a través del décimo Portal.

Hacia abajo, siempre hacia abajo, viajó dentro de los apretados mundos de la forma. La atmósfera se hacía sofocante, la oscuridad constantemente más intensa, y sin embargo su voluntad era firme. El empinado descenso continuó durante mucho tiempo. Solo, pero no completamente a solas, erró allí, pues cuando buscó dentro, oyó la voz plateada de la diosa de la sabiduría, Atenea, y las palabras fortalecedoras de Hermes.

Finalmente llegó a ese oscuro, envenenado río llamado Estigia, un río que deben cruzar las almas de los muertos. Un óbolo o centavo tenía que pagarse a Caronte, el barquero, para que pudiera conducirlas a la otra orilla. El sombrío visitante de la tierra asustó a Caronte, quien olvidando su paga, condujo al extranjero al otro lado.

Hércules había entrado por fin al Hades, una oscura y brumosa región donde las sombras, o mejor dicho, los cascarones de los muertos, se desliza¬ban por ahí.

Cuando Hércules percibió a la Medusa, su cabello entrelazado con serpientes silbantes, tomó su espada y se la arrojó, pero no hirió nada salvo al aire vacío.

A través de senderos laberínticos siguió su camino hasta que llegó a la sala del rey que gobernaba el mundo subterráneo, el Hades. Este, torvo y severo, con semblante amenazador, estaba sentado tiesamente en su negro trono de azabache, mientras Hércules se aproximaba.

“¿Qué buscas tú, un mortal viviente, en mis dominios?”, preguntó Hades. Hércules dijo: "Busco liberar a Prometeo".

"El camino está vigilado por el monstruo Cerbero, un perro con tres grandes cabezas, cada una de las cuales tiene serpientes enroscadas a su alrededor”, replicó Hades. "Si tú puedes vencerlo con tus manos desnudas, una hazaña que nadie aún ha realizado, puedes desatar al sufriente Prometeo".

Satisfecho con esta respuesta, Hércules prosiguió. Pronto vio al perro de tres cabezas, y oyó su penetrante ladrido. Gruñendo, saltó sobre Hércules. Agarrando primero la garganta de Cerbero, Hércules lo estrechó en su puño como en un torno. Poseído hasta la furia frenética, el monstruo se sacudió. Finalmente, al apaciguarse su fuerza, Hércules lo dominó.

Hecho esto, Hércules prosiguió, y encontró a Prometeo. Yacía sobre una losa de piedra, en agonizante dolor. Entonces, Hércules rompió rápidamente sus cadenas, y liberó a la víctima. Desandando sus pasos, Hércules regresó como había venido. Cuando alcanzó una vez más el mundo de las cosas vivientes, encontró allí a su Maestro.

"La luz brilla ahora dentro del mundo de oscuridad”, dijo el Maestro. "El trabajo está realizado. Descansa ahora, hijo mío". Hijo de Equidna y Tifón, Cerbero era el guardián del reino de los muertos. Homero le llama "el terrible perro del Hades" y la descripción mas frecuente que se hace de él, es que poseía tres cabezas, una cola de serpiente y en su lomo, fieramente erguidas, muchas cabezas de serpiente”.


Claves interpretativas del trabajo décimo de Hercules

En la interpretación universal que hace del mito Bailey, el trabajo relativo a Capricornio se sintetiza en la liberación del Prometeo torturado y encadenado en la roca del hades, que resulta en el paso de Hércules de la décima puerta y la entrada como iniciado en el reino espiritual. Así como la puerta de Cancer da entrada al reino humano y a lo que “erróneamente llamamos vida”, Capricornio es el umbral que finalmente pasamos cuando ya no nos identificamos con el lado formal de la existencia sino que nos identificamos con el espíritu que da vida a aquella forma, lo cual es precisamente la significación real del concepto de iniciado. Y de esta manera aquello que es portador de la chispa divina es liberado por fin de su prisión y su infierno psicológico por el héroe Hércules. La realización de la divinidad, la chispa de fuego en cada ser humano, redime al Prometeo interno de consciencia, resultando primeramente en dolorosas pruebas y finalmente en la identificación con la llama eterna en el corazón humano.

El símbolo asociado con Capricornio es la cabra en tres niveles de experiencia: en el plano físico la cabra es experimentada como lo más materialista, en el plano social se convierte en el chivo expiatorio y finalmente llega a ser la cabra sagrada que ha subido hasta la cumbre de la montaña y ha tenido la visión que ya no estará distorsionada por el egoísmo y la identificación errónea, aparecen por fin la consciencia crística, el príncipe de la paz y el Maestro maravilloso –el plano búdico de los budistas, bodhichitta-, la consecución y externalización del reino de Dios en la tierra, pues este signo astrológico simboliza la tercera iniciación o la primera de las iniciaciones mayores en cuanto a las sucesivas fases iniciáticas prevenidas por el Maestro Tibetano y los teósofos.

La referencia que en tal sentido usa Bailey es la ascensión y transfiguración ocurrida a Jesuscristo en el Monte Tabor, a donde subió acompañado por sus discípulos Pedro, Juan y Santiago. Según el simbolismo que nos presenta el evangelista Mateo, Pedro, como una roca o cimiento, es el símbolo del cuerpo físico, mientras que Santiago, el engañador, simboliza la naturaleza emocional y la fuente de todo hechizo y espejismo, y Juan representa al cuerpo mental inferior, la mente y su ilusión, los tres aspectos de la personalidad postrados ante Cristo en su transfiguración. Y por tanto el discípulo en esta fase de Capricornio es libre por fin, se ha convertido en un iniciado del mundo. Ha dado vuelta tras vuelta dentro de toda la secuencia zodiacal y ha aprendido todas las lecciones de los signos y, en esta vida y bajo este signo de sufrimiento intenso y soledad, ha trepado a la montaña de la iniciación hasta experimentar la mutación de la transfiguración en su alma.

Cerbero, Guardián del Hades

La misión de Cerbero –el fiero perro guardián de las tres cabezas- era impedir que entrara ningún mortal vivo en el Hades (los Infiernos), pero sobre todo, no permitir que ningún difunto saliera de allí. Que se sepa, sólo dos veces dejó de cumplir su misión. Una, convencido o encantado por Orfeo que ayudado por los dioses y por la dulzura de su canto, logró entrar en el Infierno en busca de su amada Eurídice. La segunda, cuando Hércules, en cumplimiento de uno de los trabajos a él encomendados por Euristeo (el Maestro en la lectura de Bailey), pudo reducirle con la fuerza de sus brazos y, medio ahogado, lo sacó al mundo exterior y lo llevó ante Euristeo, que horrorizado a la vista de un animal tan terrible, ordenó que de inmediato fuera devuelto al Hades. Cerbero permanece encadenado ante las puertas del Hades, siempre vigilante, porque aquellos a quien los dioses han decidido dejar morir, no deben volver a la vida.

Cerbero, el can de las tres cabezas, ostentaba un espantoso ladrido, contaba con innumerables serpientes creciéndole por todo su cuerpo y portaba víboras por cola. Sus tres cabezas simbolizan la primera el amor por la sensación física, la prosperidad en el mundo económico y el deseo de felicidad en un mundo de placer (el vehículo más inferior y animal: el cuerpo físico), mientras que la segunda o central representaría el deseo permanente por obtener satisfacción en el mundo exterior (el cuerpo emocional o astral) y la tercera simbolizaría las buenas intenciones nunca llevadas a cabo (los vano pensamientos del cuerpo mental). Su cola estaba formada por serpientes, que representan las ilusiones que impiden el progreso de la vida espiritual, el materialismo que nos oprime, el temor y la inercia que inconscientemente nos arrastran.

La victoria sobre Cerbero y la consiguiente transfiguración liberan al hombre de su servidumbre histórica, permitiendo que la chispa divina, latente en él desde siempre pero oculta tras los velos sagrados, se muestre y actúe. La condición que se consigue en Capricornio, tras la bajada a los infiernos del iniciado Hércules, su victoria sobre el Can Cerbero y la liberación de Prometeo, es la impersonalidad como expansión permanente del amor hacia toda la humanidad, más allá de los individuos cercanos a nosotros mismos. La impersonalidad es amar a todos como realmente son, con sus faltas, defectos, logros y fracasos, de forma que el discípulo del mundo, que es trasunto y símbolo del Hércules que ha bajado al infierno a vencer a Cerbero, estará imbuído ya por un profundo e íntimo interés por el prójimo, y trabajará por siempre para los demás hombres, todo el tiempo, pues se habrá convertido en un salvador del mundo. Se dice que todos los dioses del sol han nacido en el signo de Capricornio en que la chispa divina se muestra por fin.


La leyenda de Prometeo

El nombre “Prometeo” tiene un origen griego y significa el “Pre-Vidente” o aquél que se anticipa a los hechos. El Mito fue narrado por el poeta Hesíodo a Homero en el año 700 a. C. y por Esquilo en el 470 a. C., aunque tal vez la imagen del Ladrón del fuego sea aún más antigua de lo que esas versiones permiten hacernos pensar.

Según la leyenda, “Prometeo” descendía de una antigua generación de Dioses que habían sido destronados por Zeus. Era hijo del Titán “Japeto” (hijo de Urano y Tierra) y de Asia. Prometeol sabía que en el suelo de la tierra (naturaleza) reposaba la simiente de los cielos, y por ello recogió arcilla, la mojó con sus lagrimas y las amazó, formando con ella varias imágenes semejantes a los dioses, los Señores del Mundo. “Los Hombres”.

“Atenea”, diosa de la sabiduría, que era su amiga, admiró la obra del hijo de los titanes e insufló en las imágenes el espíritu o soplo divino. Enseguida, les dió a ellos para beber un néctar mágico para que pudiesen recuperar su pureza, regenerarse, en el caso de que un día la perdiesen. Así lo hizo, previendo ya, juntamente con Prometeo, la corrupción de los nuevos seres ante los males provenientes de la caja de “Pandora” que les seria entregada por Zeus mas tarde, como venganza por el robo del fuego, en el intento de pervertirlos a través de los vicios terrenales.

Fue así que surgieron, según la leyenda, los primeros seres humanos que poblaron la tierra. Por mucho tiempo no supieron hacer uso de la centella o chispa divina que habían recibido, no teniendo siquiera conocimiento de cómo trabajar con los materiales de la naturaleza que estaban a su disposición por todas partes.

Prometeo entonces se aproximó a sus criaturas y les enseñó a subyugar a los animales y usarlos como auxiliares en el trabajo. Les mostró como construir barcos y velas para la navegación, les enseñó a observar las estrellas, a dominar el arte de contar y escribir, a que descubriesen los metales debajo de la tierra y hasta cómo preparar los alimentos nutritivos, los ungüentos para los dolores y otros remedios para curar las dolencias.

Pero Zeus sospechaba de los seres humanos, ya que no fue él quien los creó. Ellos provenían de un antiguo mundo que él pretendía modificar íntegramente, y siendo así no tenia interés alguno en mantenerlos en la tierra. Por consiguiente, cuando Prometeo reivindicó para ellos el fuego, que les era imprescindible para la preparación de los alimentos, para el trabajo y principalmente para el progreso material y desenvolvimiento espiritual, el Dios griego decidió negárselo, temiendo que las nuevas criaturas se volviesen más poderosas que él. Es entonces cuando Prometeo resolvió frustrarle sus planes, con la intención de conseguir para los hombres ese precioso instrumento.

Con un palo hecho de un pedazo de vegetal seco, se dirigió al carro del “Sol” donde a escondidas tomó un poco de fuego, trayéndolo para los seres humanos, entregándoles así el segundo secreto de la naturaleza. Más tarde él les daría otros secretos.

Y fue entonces, cuando por toda la tierra se encendieron fogatas, que Zeus tomó conocimiento del robo de Prometeo. Pero como ya era tarde puesto que ya no podía confiscar el fuego a los hombres, concibió ahí para ellos un nuevo maleficio: les envió una Doncella creada artificialmente, “Pandora”, de belleza incomparable, con una caja portadora de innumerables males. Prometeo le advirtió a Epimeteo, su Hermano de no aceptar ningún presente de Zeus, pero Epimeteo no lo recordó y recibió con alegría a la linda doncella, abriendo la caja de los males, los cuales se esparcieron rápidamente sobre la tierra.

Los hombres que hasta aquel momento habían vivido sin sufrimientos, sin dolencias, sin torturas y sin vicios, comenzaron a partir de entonces a corromperse sin esperanza, olvidándose el objetivo de su propia existencia, la Evolución.

Después de esto, vengándose Zeus de Prometeo, le envió a éste al desierto de Citia, donde fué puesto preso al borde de un terrible abismo, con cadenas inquebrantables, en una peñasco de la montaña del “Caucasó”, de pié y sin reposo alguno, durante 30 siglos, sufriendo la amargura de que su hígado fuera devorado por un Águila (un buitre en otras lecturas de la leyenda) que vendría cada día a la región para dicho fin, después de que el órgano se volvía a reconstituir durante la noche.

Pero por fin llegó el día de su redención. Hércules el héroe mítico y arquetípico, al pasar por allí con los argonautas, al ver al águila devorando el hígado de Prometeo, tomó su flecha y la lanzó sobre el águila, tras de lo cual soltó las cadenas y llevó a Prometeo consigo.

(extraído de http://www.revistabiosofia.com/index.php?option=com_content&task=view&id=158&Itemid=42)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Descubrí tu blog buscando en google sobre la numerología del año 2009.
Sinceramente te felicito.. todo lo que expones es interesantísimo.
Que tengas un muy buen año!